Perdí la cuenta de las veces que me he preguntado quiénes somos?, de dónde venimos y hacia dónde vamos?.
Creo que somos ese punto intermedio, el caudal que discurre entre dos orillas, el que, contenido no provoca alarma alguna. Pero de humanos es la desidia y el olvido, creer a fe ciega en la falsa inmunidad, por el simple hecho de respirar, por contar los minutos despreciando el porqué de cada latido.
Así los vi irse, sin un adiós, de repente, y algunos, en el más triste y atroz olvido.
Por eso nunca entendí que desperdiciemos la corta y dura vida en kilombos, en rencillas pueriles y absurdas, escondidos tras el escudo de lo que nunca fuimos.
No existe ego mas grande que sentirnos llenos de razón, incluso en lo más banal, para terminar impregnados como la abeja, con el polen de la ignorancia, porque tan mediocres somos que desconocemos la jalea, el alimento de la reina.
Lo único que trato de expresar, valiéndome de la metáfora, es que, si es imprescindible el kilombo, la bronca, que sea por algo verdaderamente importante, pero nunca por la zonzera, por la trifulca estéril, la que sólo conduce a la negación de la persona, y más aún sin conocerla, sin rozarla, que no es otra cosa que bancar aquello que de puntillas acaricia el alma.
Manuela también se fue el fin de semana, como queriendo no provocarme desasosiego, el mismo tacto que siempre tuvo conmigo para no ponerme en el compromiso, pues nunca quiso acudir a su médico sin cita previa. Hasta para eso fue humilde, luchando al mismo tiempo con el único enemigo que apagó su vida.
Mi rabia fue no poder despedirme de ella, decirle que su demanda fue un placer, por delante de cualquier molestia, que cada llamada suya fue responder con mis manos abiertas, que en mi corto conocimiento acerté a ver que quien demanda justifica en cada palabra la oración en forma de plegaria.
Me alegro de volver, para saludarles cada día, para decirles que sin ser nada, me doy por satisfecho si puedo estar con ellos en la peor de las vigilias.
(En memoria de todos los que se fueron, quienes me brindaron el poder servirles, la mayor de mis alegrías).
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