viernes, 9 de septiembre de 2016

Cartas a Isabel. VII



    ENTRE SUEÑOS Y DESVELOS


    Decía Muhammad Alí, recientemente fallecido, que el servicio a los demás es la renta que pagas por tu habitación aquí en la tierra.
    Algo extraordinario tuvo que suceder en aquel negro de Kentucky, como el se definía, antes de ser ciudadano del mundo, de convertirse al Islam. Reconozco mi curiosidad e interés por las personas que viven o experimentan una transformación, y en mis  desvelos, que casi se han convertido en cotidianos, trato de buscar una explicación dentro de la lógica más elemental.
   Cualquiera de nosotros supo alguna vez de transformaciones extraordinarias en personas no menos extraordinarias también. Alí es uno más de una extensa lista de reconvertidos en la Tierra, en este mundo global que espera y a la vez desespera. Cat Stevens, cantante de éxito también abrazó la fe del Islam, cambiando su primitivo nombre por el de Yussuf.
   La pregunta sería inevitable, ¿ sólo cambian o transforman los famosos? ¿Son los elegidos?. ¿Se cambia sólo en la fe o creencia? Por supuesto que no, lo que ocurre es que ellos actuan de espejo, proyectan ese cambio en sus miles o millones de seguidores, lo que, unido a la difusión piramidal por parte de los medios consigue el mismo efecto del viento al esparcir la semilla. En mi modesta apreciación personal considero son varios los factores que intervienen: convicción, accidente y empatía.
   Se cambia por convicción a través del estudio filosófico del hombre como ente que se mueve en lo racional e irracional, entre el bien y el mal, con toda suerte de estímulos y emociones, pautas inseparables que influyen en el comportamiento.
  El accidente es tal vez el más llamativo, en cierto modo, por el factor sorpresa, por su inmediatez. El accidente puede ser físico, (y la bibliografía médica recoge ejemplos variados), psiquico o una mezcla de ambos. Y como ejemplo recurrente, sin duda, Saulo de Tarso, el perseguidor de cristianos.


(Hch. 22.6-16; 26.12-18)


9 Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote,

2 y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén.

3 Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo;

4 y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?

5 El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón.

6 El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer.
 
   Libres son la fe y el escepticismo de cada uno para creer si Saulo vió al Señor. Los acompañantes del mismo no vieron nada, aunque dicen que oyeron la voz recriminatoria. Tras el golpe sufrido al caer del caballo, fue llevado a Damasco, donde permaneció tres días sin ver ni comer.
  La transformación es instantánea, pero a los escépticos, a los creyentes de la ciencia por encima de milagros o fábulas teológicas nos asalta la duda de si Saulo cambió por el golpe sufrido, la sacudida neuronal o efectivamente vió y oyó al Señor.
  Estableciendo un paralelismo, ¿cambió su fe Muhammad Ali por una sucesiva serie de golpes a lo largo de su vida pugilistica? En medicina también se describen casos de amnesia profunda, resultado de un shock traumático y de años de evolución. Curiosamente, es a raiz de un nuevo golpe accidental el que devuelve la memoria al paciente. Una amnesia coloca al individuo en la sensación de la pérdida de identidad, alejado del accidente que sí modifica sus hábitos de conducta por decisión propia.
 Hay otro tipo de "accidente," no físico o traumático que interviene decisivamente también. Basándome en datos de la OMS, una de cada cuatro personas padece alguna enfermedad mental a lo largo de su vida, y 450 millones la padecen en la actualidad. Según estudio realizado por el Instituto Karolinska de Suecia, las personas con acentuada creatividad están en mayor riesgo de sufrir ansiedad y desórdenes bipolares, esquizofrenia, depresión unipolar y trastornos obsesivos compulsivos, lo que me lleva a pensar que llegan ahí por la búsqueda permanente de la perfección, de la obra que rompa las rutinas conocidas, y de conseguirla no cesa la patología, pues, a esa obra o creación casi perfecta le seguirá la siguiente, como si de un bucle heredado se tratase. La persona creativa está alejada del prejuicio porque el prejuicio es una rémora o freno a su creatividad, y me atrevo a afirmar que llegan a ser transgresoras no sólo en su creatividad, sino en su forma de relacionarse, lo que les convierte en seres únicos, con el mejor de los conceptos por mi parte, o sea, les admiro profundamente.
  John Nash, premio Nobel de Economía, inspiró la película "Una mente brillante", pero pocos conocíamos que padecía esquizofrenia. Nash se sentía víctima de una conspiración comunista que lo tenía condenado a descifrar "códigos ocultos", algo que alternaba con variadas formas de alucinaciones.
   Winston Churchill, el carismático primer ministro de Gran Bretaña afirmaba estar en una lucha permanente con su "perro negro", que no era ninguno de sus oponentes políticos o bélicos, sino la depresión que de forma recurrente le acompañó.
   Concluyo con el multidisciplinar Leonardo Da Vinci,( y coincido contigo, querida Isabel), el genio por excelencia. Da Vinci era hijo ilegítimo de un abogado florentino y madre campesina, de quien fue alejado, para formarse como artista en Milán y Roma. Su genialidad también alternaba con un severo trastorno bipolar.
  Tres modelos, tres disciplinas, en personas de relevancia que sufrieron un cambio, pautas de comportamiento decisivas en sus vidas, y que, como tantos conocidos o anónimos transmiten de forma piramidal actitudes y aptitudes, admiración o rechazo, amor o indiferencia. Sin duda, este "accidente", y a tenor de la estadística, es el más común, del que puede nacer la más abyecta persona como modelo del mal, y la genialidad extrema como encarnación del bien. Si el cambio es para el bien, coincido con M. Alí en esa renta que, lejos de ser un impuesto o gravamen contribuye a la grandeza humana en todas sus vertientes.

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