Que una vertedera grande,
tengo dos mulos muy buenos.
La voy a llevar al chatarrero
y los mulos pa la carne,
que yo me voy al extranjero…
Qué suerte la de Paco Toronjo en el fandango de Alosno, porque ya es difícil encontrar un mulo bueno.
Era única aquella vertedera que desgarraba la tierra en la linde con la dehesa. Dueños de ella, aquellas mulas, imprevisibles en sus arrebatos, pues de padres burros, nada bueno podía esperar el mejor de los arrieros.
Nadie intente por asomo amansar una mula, porque no hay equino más traicionero, rencoroso y del todo desubicado. Si del caballo es la nobleza, del burro es la inteligencia. De la mula nada bueno esperen, que por más que pasen los años, no existe doma, ni caricia ni bondad que erradicar pueda su arrogancia, prepotencia y terquedad.
Han pasado muchos años ya, desde aquel agosto, donde librarme no pude, donde la sangre cuaja y a la vez hierve, donde la cigarra se apodera del silencio ajena a lo que se cierne.
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