Es del todo imposible afianzar lo que nunca fue nuestro, porque en todo intervienen dos o más, y, llegado el momento, tarde o temprano será la hora del antes y el después. Uno se ilusiona con la paz que un día le faltó, con aquello que se convierte en total motivación, el justo y único motivo para seguir. Llegó la hora también de asimilar, que un espejismo no necesariamente dura cinco minutos.
Quise y aposté todo por ellos, por los que nunca me rozaron, pero no ví ni veré la respuesta a lo que siento. Ya nada puede hacerse, pues los afectos son como la lluvia, que siempre viene a destiempo.
Miro a mi alrededor, y prometo que más de una vez quise convertirme en ellos, intocables en sentimientos, insensibles al amor que no les fue dado. Ríen, cantan, disfrutan del momento, ajenos a todo lo que el destino les hubiese preparado. Son los mismos que vivieron veinte años, y por todo horizonte, el más lejano.
Naaaaaa…, debe ser todo tan increíble y por lo demás, sumamente raro, pues ficción y realidad nunca certificaron verdad alguna, que la ficción siempre es el escudo para no reconocer uno solo de nuestros fracasos.
Hoy no es ayer, por mucho que el desafío alimente el intento. Mañana será para ambos lo imposible por todo recuerdo, pues el amor es de un solo anden, por mucho que en su viaje sueñe un triste y perdido pasajero.
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