sábado, 24 de febrero de 2018

Castilla


Por las llagas de cada peldaño
asoma el musgo empapado, frío.
Resbala el agua en la arcilla roja,
desgastada y rota de tantas pisadas,
de tantas huellas que delató el barro,
de los que están, y los que se fueron.
Arropados por la yedra
que corona el muro,
sillares de caliza que se deshacen,
muriendo lentamente.
Palomas rifeñas, bravías,
habitan sus oquedades.
Campanas de tañidos mudos
se llerguen como fantasmas
en las alquerías del campanario.
Castilla, la del llano,
la de ermitas que contemplan
cada piedra y recodo del camino.




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