En esta hora amarga
de silencios obligados,
asumo postrero el canto
de cuantos en el mundo
viven en la tierrra olvidados.
Desnudo como todos nací,
sin amor, consuelo y abrigo,
nada salvo la vida debo,
y no hay más gloria que darla
si un día la necesita un amigo.
No soy en la moral íntegro
ni modelo de virtud en nada,
me sirve solo el consejo
de quien en recto proceder
no tenga su hoja emborronada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario