Este sentimiento ayer dormido
se apodera de una triste figura;
en trémulo silencio sin ecos
recorre la niebla el hayedo,
en una charca se mira la luna
que de lejos vigila un lucero,
galán preso de amor y celos
cuando el horizonte la besa,
y como en cada noche furtiva
duerme en cálidos abrazos
tras los negros y lejanos cerros…
tras los negros y lejanos cerros…
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