Apuntaba y disparaba con tal precisión que ningún objetivo escapaba; como trofeos, en la pared colgaba las fotografías que había tomado.
Se decidió a probar la montaña rusa más extrema del mundo. Gritó, lloró, el estómago se le dió la vuelta. Sí...casi se le parecía al amor.
De mi querida y talentosa amiga, Isabel
No hay comentarios:
Publicar un comentario