Me dieron a elegir
entre respirar o soñar.
Dios… ¡qué dilema ¡
Si por respirar toda una vida
me abandona el empeño,
mi respuesta es decidida:
que me falte todo el aire,
que en decisión asumida
prefiero un bello sueño ¡!
( Dedicado a Isabel, quien me hizo ver que son posibles los sueños)
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