domingo, 10 de agosto de 2014

EMOCIONES DE IDA Y VUELTA...

   Nunca nos situamos en en un punto del camino por inercia, porque programar siempre es doloroso en la eterna espera, en ese egoísmo que sólo mira para sí, concediendo la importancia a lo que nos toca directamente, a esas expectativas que rogamos no se tuerzan. Si ayer lo más simple y a la vez más puro nos pareció nuestra suprema aspiración, fue porque nos quedaba mucho por vivir, porque tuvimos aseguradas al menos veinte horas de cada diferente día, porque cada día es distinto y no tiene secuencia o genotipo que busque culpables en eso de la monotonía.

   Y una vez garantizado el amor, ese sentimiento por el que todo merece la pena, también tuvimos tiempo para intentar cambiar aquello que chocaba frontalmente con lo que consideramos el modelo de armonía, de justicia y solidaridad con ese otro semejante que hoy, difícil de creer, a diario nos saluda. Piensa diferente a nosotros, pero se levanta temprano también, incluso alterna de vez en cuando con algún que otro improperio contra un modo de vida que le humilla, que no le permite ver más allá de lo meramente práctico, del pobre método para el que fue programado.

   No deja de ser una cadena que aprisiona y lacera nuestra carne, porque un poco de cada uno hacen el todo de la libertad colectiva, en forma de razones que mueven esa rueda dentada que compone nuestra vida, donde el giro solidario se traduce en movimiento de ideas, de sentimientos, de toda suerte de emociones capaces de transformar la rutina en bullicio y algarabía, de sonreir solapando decepciones, de ampliar ese horizonte que abarca nuestra retina. Siempre será prioritario dejar atrás lo negativo, lo que estuvo a punto de clasificarnos en la mediocridad, del evento que pasó raudo y veloz sin pena ni gloria, de lo que nunca deja huella en un corazón que siente, de esa hoja de calendario que arrancamos sin ningún remordimiento, y esperando a veces que el destino nos sorprenda. Nada somos sin nuestra iniciativa, sin esa fuerza renovada que es capaz de traspasar un aura, sin la creencia firme de que somos algo más que un mero ser en una increible naturaleza.


   Olvidar las emociones es de necios, pues nuestra vida, toda ella es un trayecto largo, donde siempre suelen enontrarse la ida….y la vuelta.

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