martes, 15 de julio de 2014

EL CONSUELO DEL LADRÓN, Cap. 1

   Leo con estupor y cierta sorpresa que en Twitter, la propaganda de los usurpadores-ladrones habitantes de las Islas Malvinas se mofa del más que dignísimo papel jugado por la Selección Argentina, desmereciendo y ninguneando un segundo puesto con la dignidad y pundonor suficientemente demostrados. Lo dicen los voceros de Su Graciosa Majestad, los estómagos agradecidos que ningún pudor tienen en incluir una fotografía de prisioneros argentinos, tras el intento de recuperación, y  únicos poseedores de la legalidad sobre las islas. Lo dicen los hooligans-gamberros de una selección que fue eliminada en la primera fase, los súbditos de su graciosa majestad, que, repito, no sé dónde tiene la gracia la momificada dama.

  No me importa el tiempo invertido, pero, para los no conocedores del expolio británico, muy común en toda la historia del Gobierno de  Su Majestad, acá les dejo resumido el robo y expolio con las artes de maese raposo (vulpes vulpes), para entendernos, el zorro.

 
     Si algún país destaca sobre el resto a lo largo de la Historia en el robo y la expoliación, ese es sin duda el Reino Unido de su graciosa majestad, y que, dicho sea de paso, no sé dónde tiene la gracia, pues nunca  vi sonreir (ocurre a quienes tienen problemas de conciencia) a tan formolizada señora.

  La única diferencia entre pirata y corsario, es que el pirata roba para sí y su tripulación, en tanto que el corsario lo hace con permiso y salvoconducto de la más alta autoridad, esto es, licencia para robar a cambio de la entrega del botín, bajo pena de pérdida de honores y pasar de un plumazo de corsario a pirata, con la deshonra inherente al peor  y más bajo de los escalafones.

   Por toda gloria en sus robos, las artes de la hiena en la sabana, esperando que otro haga el trabajo, pues si bien en Gibraltar decidieron los navíos, y escupiera después  sobre un Tratado, en Malvinas completan con creces la definición de rapiña.

  Dejo al margen las disputas de cuantos reclaman su descubrimiento, porque nada descubrieron ninguno de ellos. Las islas ya estaban allí. Se descubre un cometa, un meteorito o las estrellas fugaces, todo lo que, afortunadamente carece  de rayas y limites en el Universo.

   Es  Américo Vespucio quien se adjudica  su “descubrimiento”, en el año de 1501, a las órdenes de Gonzalo Coelho (Portugal). También, en base a la abundante cartografía, en 1520 se señala  a Fernando de Magallanes, al servicio de la corona española, donde se afirma que su expedición divisó las islas, aunque la versión más asentada apunta a Esteban Gómez, piloto del navío San Antón, cuyo nombre dio origen a las islas. Pero este se sublevó contra Magallanes el 1 de noviembre de 1520. Gómez regresó a España, y tras someterle a juicio no se hallan menciones que puedan atribuirse a las Malvinas. Otra opción para atribuirse su “descubrimiento” es la de la nave Victoria, enviada por el mismo Magallanes para el rastreo del San Antón. Tras seguidos intentos por diferentes navíos y mandos no queda constatado con veracidad los “méritos” que todos reclamaban.

   Tras lo anterior llega el momento de los piratas, enviados en contínuas expediciones por los británicos. Así llegan a afirmar que fue John Davis, quien, en 1592 “descubre” las islas, tras desertar de la segunda expedición corsaria de Thomas Cavendish. En medio de todo, supuestas adjudicaciones por holandeses también. Es el corsario inglés Cowley quien aumenta el interés británico por la región, al tiempo que, en 1748 España logra frustrar una expedición británica con el objeto de adjudicarse su titularidad.

  En el período que va de 1716 a 1764 las islas fueron avistadas por navegantes españoles, holandeses, franceses e ingleses. Todos intentaron afianzarse cartografiando la zona, y reconociendo la zona como estratégica para el aprovisionamiento en largas travesías. Malvinas se convierte en objeto de deseo por los británicos y españoles, con acuerdos secretos incluso entre las dos potencias, donde el trueque, en función de intereses es constante, incluso los Estados Unidos jugarían una baza importante en la rapiña británica.

   Situándome en la cronología importante, el 6 de noviembre de 1820, el gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata toma posesión formal de las islas, para lo que envía la fragata Heroína al mando de David Jewett, de origen estadounidense, dando cumplimiento a las órdenes recibidas.

  Pero las islas ya llevaban tiempo siendo esquilmadas, sobreexplotadas por balleneros, en su mayoría del Reino Unido y Estados Unidos. La declaración de la toma de posesión estaba escrita en los dos idiomas, inglés y español, siendo legalizada sin obstáculo alguno por el cónsul británico en Buenos Aires. Como primer gobernador de las islas, Pablo  Areguatí, quien informó previamente a navíos extranjeros sobre la prohibición de cazar o pescar en aguas jurisdiccionales argentinas, con el aviso expreso de, en caso de violación de las mismas, ser enviados a Buenos Aires y proceder judicialmente contra ellos.

   La toma de posesión fue difundida a nivel mundial, publicándose en 1821, en Estados Unidos y España, hecho este que no generó ninguna protesta por Gran Bretaña, ni objeción  alguna, firmándose el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación con las Provincias Unidas en 1825.

  Es Luis Vernet en sociedad con Jorge Pacheco quienes reciben la concesión para la explotación en materias de pesca y ganadería,  en la Isla Soledad, dinamizando la zona y su economía. Fundó de forma permanente el primer establecimiento de las Provincias Unidas, fundando Puerto Luis sobre los restos de la antigüa población, allá por el año 1826. En 1830 nacen los primeros malvinenses, todos argentinos, entre ellos, Malvina Vernet Sáez, hija de Luis Vernet.


( Continuará....)

 

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