viernes, 2 de mayo de 2014

ENTRE DOS ESPADAS

Entre dos espadas está ese rostro que no veis, pero que siempre aparece como ángel vengador, y es universal, porque universal es también la injusticia, ese concepto que jamás aceptó las equidades. No me acercó a ellas la curiosidad casi obscena de quien no analiza o razona, sino la razón del conocimiento, la de descubrir qué se esconde más allá de quienes gobiernan y a la vez nos sentimos gobernados. 
Aunque sólo soy un eslabón de esa legión de cadenas, no por ello, reconozco mi error,y, asimilando que es tarde, necesito esa paz que tras el fragor nos reconforta. No me hablen pues de la lucha que no cesa, guarden sus banderas, y borren esos puntos y esas rayas que hacen que la Tierra sea toda ella un enorme telegrama.
El gobernante inventa dioses socavando la libertad del individuo, recordando siempre que el pensamiento no es nuestro, que no nos pertenece. Es Platón quien habla de las “mentiras necesarias”, y que ahora, cuando la necesidad se torna extrema califican de “piadosas”. Práctica común recurrir también al mito, cuando el protagonista del mismo muere, permaneciendo su cuerpo incorrupto, resucitando más tarde, para contarnos qué es el más allá, donde quienes no se alejaron de la senda marcada reciben dichas por doquier, en contraste con el castigo atroz a la rebeldía.
No hay pues diferencia entre Gobierno y Religión, pues ya lo mostraba Nietzsche en su lapidatoria sentencia: “el Cristianismo sólo es platonismo para el Pueblo”.
Es por ello que medito entre dos aguas, entre dos espadas y una sólida pared, como náufrago a la deriva sin atisbo de tierra en la lejanía, encrucijada de caminos que siempre convergen en el abismo.
Denuncio el engaño cuantificado y medido, la mentira solapada y la promesa incumplida, asumo como mía la lucha del que carece, del despojado, del desheredado que subsiste con la caridad de quien derrocha. Este es mi credo, que no se tambalea hacia los lados ni permanece en un neutral centro.
Dos espadas que no veis, dos motivos que jamás sucumben a derrota o desaliento.




( Esta reflexión marca un antes y un después en mi abandono de la absurda lucha de ideas políticas, y fue dedicado al Colectivo Anonymous).

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