lunes, 28 de abril de 2014

APRENDER…PENSAR…

     “ Aprender sin pensar, es inútil; pensar sin aprender, peligroso”.

   Deduzco que Confucio tenía mucho tiempo para pensar, infinitamente más que todos nosotros, esclavos de la metodología, del más que real infierno, donde se nos miden las horas a cambio de algo que a la vez nos martiriza más con su rutina. Pensar para poseer y luego derrochar, pensar para conseguir lo que no nos pertenece.

   Pensar me sirvió para aprender lo que nunca se ha de hacer, pero no me sirvió para corregir aquello que no aprendí. Pienso en un ayer lejano, pero actual en mi memoria, aunque, a veces no sé si pienso o recuerdo. Desmontaron el retablo de mis miedos cuando aún sanaban mis heridas, sin poder responder a la voz de la conciencia, con mil preguntas que siempre quedaron en ¿porqué?.

   Ese siempre fue el error, creer que el mañana es hoy, porque pensando llegué a la conclusión de no ser nunca dueño del destino, de la encrucijada de sendas, del permanente dilema de elegir, para  converger al final en lo equivocado. Me enseñaron a pensar para aprender en el futuro a ser algo. Y ese algo no es eterno sin alguien que aparte las piedras del camino, sin un sueño placentero en el regazo, sin la mano que aparte el sudor de los ojos y te muestre de nuevo el camino.

   Me convenzo cada día y me arrepiento de pensar tantas veces sin aprender, de no ser yo y mi propia  circunstancia, de no alcanzar más allá de ese bosque que nunca me dejó ver, abrazando el peligro que supone demorar la realidad, con la complacencia de la rutina que minuto a minuto me acompaña.


  Confieso que nunca pensé, y, mucho menos, aprendí. 

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