Ocurrió el 25 de abril de 1974. Teníamos la
suerte, gracias a un Director nuevo en el internado, de contar con alguna que
otra información privilegiada de cuanto sucedía en el exterior. Aquella canción
de José Afonso “Grandola Vila Morena” no era una canción más, sino la señal que
esperaba el FMA (Movimiento de las Fuerzas Armadas) a través de Radio Renascenca
para ocupar los puntos estratégicos del país.
Pero sería
imposible entender aquella fecha sin adentrarnos un poco en la historia de
Portugal, porque, hasta entonces, personalmente, conocía muy poco de nuestros
vecinos, ni en los movimientos de izquierda se atisbaba lo que habría de
ocurrir.
Sin embargo, el
Estado Novo no estaba por la labor, y Antonio de Oliveira, con la terquedad
propia de cualquier Dictador juró no reformar su visión colonialista y mantener
la soberanía a toda costa en posesiones bajo su dominio ( Angola, Mozambique,
Guinea-Bissau, Macao, y Cabo Verde, entre otras). Los sucesivos líderes del
Frelimo habían estudiado en Universidades elitistas y sólo era cuestión de
tiempo la rebelión y lucha en las colonias. Durante la presidencia del primer líder
del Frelimo, Edurado Mondiane, recibió ayuda de la URSS , pero sería con su
sucesor, un marxista radical, (Samora Machel) cuando se hizo realidad la
independencia.
Aunque los medios de
comunicación hicieron lo posible para revestir la Revolución de los
claveles con cierto halo de romanticismo, la imagen del militar que alterna y
comparte con el ciudadano de la calle, no fue así. Bajo mi punto de vista, y a
toro pasado ya, creo que fue el excesivo coste de una guerra inútil, larga,
donde la tropa tenía claro que se le enviaba a un matadero, sin el suficiente
apoyo logístico y armamento, sin la convicción del deber patrio y con una moral
minada, por los contínuos sabotajes en una interminable guerra de gerrillas,
todo ello, en un ambiente hostil, lejos de seres queridos. Fue esa guerra absurda,
como todas las guerras la que hundió su economía, la que hizo mella entre todos
los portugueses, quienes eran conscientes, sabedores de que los anacronismos
tienen fecha de caducidad. Las fuerzas armadas, con una bajísima moral entre
sus mandos sólo fueron el instrumento para revertir el empecinamiento y obsesión
de una Dictadura que ya estaba condenada a desaparecer.
Aunque no todas las
revoluciones son iguales, sí quedó grabado en mi memoria que aquél 25 de abril
de 1974 no hubo derramamiento de sangre, ni guerra civil, porque todo un pueblo
era consciente de que Portugal se desangraba intentando retener algo que nunca
fue suyo, sino arrebatado por sus históricos gobernantes, siempre preocupados
por el expansionismo, por atender la vivienda de recreo, abandonando la propia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario