Como bosquejos que ansían ser terminados
asoman tus ojos perdiéndose en la penumbra
y miran una y otra vez la soledad prendida
en el lienzo olvidado, devorado por el polvo
que cubre inacabadas figuras, con perspectivas
que difuminadas yacen inertes, como líneas
apagadas de tristeza en el horizonte.
Ayer de olvido resignado, ayer de aromas
de pigmentos, de oleosas mezclas,
bañadas en linaza, de la esencia fuerte
que limpia el pincel, para dormirlo enseguida,
ayudado por efluvios, congelado en el tiempo,
en el rincón del desvan oscuro,
como fantasma preso y nunca aparecido.
Hoy la luz inunda la silenciosa sala,
tanto tiempo entre tinieblas,
y en buena hora, en mejor momento
se desquita y perdona todos los agravios,
y cobran vida los anhelos, sin saber apenas
si estas nerviosas manos harán honor a lo prestado
para devolver lo justo por tanto que recibieron
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