viernes, 21 de marzo de 2014

EN REALIDAD... ¿QUÉ SOMOS?

   Si atendemos a razones biológicas, según cuenta la comunidad científica, encajamos en lo catalogado como homo sapiens, el resultado de miles de años de evolución , acompañada de cambios significativos en nuestra genética, adaptados siempre al entorno, modificando conductas y pautas de comportamiento.

   Es al llegar al desplazamiento bípedo donde la evolución se detiene, sin retroceder al modelo de los primates. A partir de ahí toda la anatomía evoluciona para la forma de andar erguido, añadiendo el hecho diferencial del raciocinio, un lenguaje medianamente elaborado, así como el aprendizaje y estudio de todo cuanto nos rodea. El homo sapiens desarrolla sus habilidades y conocimiento según las necesidades en toda su cronología evolutiva, armas para la caza, transporte de elementos, vasijas, etc. La efectividad de una flecha se mide por la capacidad de penetración y desgarro muscular, así como el transporte de animales, madera, es aliviado en gran medida gracias a un elemento más o menos circular y unido por un eje.

   Tampoco me extenderé más en lo anterior porque suficiente bibliografía existe para un estudio mucho más profundo, y porque realmente me preocupa más llegar al homo sapiens actual, aunque le llamemos hombre o mujer, masculino o femenino, niño o niña. Nos definimos como humanos, estableciendo esa separación radical de los animales, pero también somos vecinos, amigos, hijos, mecánicos, electricistas, informáticos, ingenieros, etc. Si ayer era la especie segregada, hoy formamos comunidad, compramos el pan, una cajetilla de cigarrillos, pagamos un alquiler, nos endeudamos con el Banco, paseamos nuestro perro y llevamos nuestros hijos al parque. También somos temerosos de la creencia de algo muy superior que nos vigila, y si herimos o lastimamos, un conjunto de neuronas se encarga de activar los resortes en forma de conciencia. Eso es así en la relación persona-persona.

    Pero es solo en la naturaleza, en completa soledad, sin la contaminación acústica del progreso, sin la estridencia de nuestros molestos vecinos, sin la prisa que nos consume cuando acertamos a preguntar lo impreguntable: ¿De dónde salió todo esto? ¿Qué azar o capricho quiso mostrar tan magnífica obra?.


   Sólo transcurren seis minutos para preguntarnos porqué el homo sapiens, el más sapiens tras manipular y controlar a la comunidad todo lo destruye. Lo hace con la ideología, con el voto, con la conciencia, terminando en la guerra , olvidando de repente los logros de la evolución, repudiando sus ancestros, utilizando la tecnología para la negación de la especie, en incontrolable carrera a su extinción. Es al volver al valle silencioso de naturaleza virgen cuando comprobamos que no somos tan “antropos” y sí mucho más “pitecos”. 

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