Tenía que elegir. Es esa encrucijada donde llegado el momento has de decidir si condenarte a galeras o ser libre, si estar condicionado, o por el contrario, poder ser tú mismo.
A menudo hablan mis más cercanos, víctimas de una decepción, de eso de "rehacer mi vida". Es uno de tantos eufemismos, el comodín de la desesperanza, como si lo futuro tal vez sea el consuelo a la desdicha. Nada más lejos de la realidad y toda lógica. El vínculo se hace, mas nunca se rehace. Por mucho que lo intentemos, por más que aparentemos ser el ideal de la otra persona, nuestra imperfección nos delatará, algo que está escondido, y que aflora de forma espontánea.
No es bueno expresarse en "caliente", porque el reproche nunca fue sinónimo de paz y sosiego, porque la testosterona hay que dejarla para la biología, y no puede casar con lo cotidiano.
Fueron mis idus de julio, tras cuatro años donde me sentí amenazado, coaccionado en aquel sentimiento virtual, al que jamás confundí con otra cosa que no fuera eso, pues en la distancia no hay roce, donde es imposible ver gestos, sensaciones, y, cómo no, sentimientos. A veces llegué a pensar en un fraude, en algo orquestado en la distancia para sus traerme de la realidad cotidiana. Eran 24 horas de pensar por y para esa persona, hasta tal punto era mi fijación que llegué a envidiar a mis amigos por tener una vida "normal", o considerado como tal. Llegué a comprometer seriamente mi estabilidad emocional, olvidando lo primordial: una vida se hace, y nunca se rehace. El vínculo nace a los 20 años, y es el tiempo quien lo fortalece. La decepción, el fracaso están en toda relación, pero no es lo mismo rehacer una vida en plenitud que arriesgar en el ocaso, donde la apatía reina, donde es imposible un vínculo con arraigo. Es del todo errado seguir en el autoengaño, lamer las heridas, victimizarnos de algo que nunca fue tangible, real, sino contra natura. Por eso opté por el punto final, porque el paréntesis es seguir en el engaño, creer en unas oportunidades inexistentes a todas luces, porque veinte años atrás son la diferencia entre hacer una vida o rehacer un nuevo fracaso.
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